Ginkgo

(Ginkgo biloba). El ginkgo es un árbol muy vistoso de hoja caduca y perteneciente a la familia de las ginkgoáceas. Se identifica fácilmente por sus hojas en forma de abanico, que en otoño adquieren color amarillo. 
El ginkgo es un auténtico fósil viviente, ya que es la única especie que aún perdura de toda una familia de árboles originarios del este de China, que existieron hace unos 130 millones de años. Parece ser que todos los ejemplares conocidos en la actualidad han sido plantados por el hombre, pues el ginkgo no crece en estado silvestre. 
Los árboles jóvenes tienen copas estrechas y escasamente ramificadas, mientras que los árboles maduros, que miden entre 18 y 24 metros, poseen amplias copas de forma cónica. Las flores masculinas y las femeninas se dan en árboles diferentes, y las semillas, de cáscara blanca y forma puntiaguda, están encerradas en unos frutos carnosos que al madurar producen un olor desagradable.
El ginkgo se adapta a condiciones muy variadas de clima y terreno, y también es capaz de resistir multitud de plagas de insectos, por lo que suele plantarse con fines ornamentales en parques y jardines. Sin embargo, los árboles que dan frutos no son apreciados a causa del olor desagradable que exhalan.


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