Las leguminosas constituyen una de las familias más importantes y grandes del reino vegetal, que crecen en las zonas templadas y tropicales de todo el mundo. Se conocen más de 15.000 especies de leguminosas, entre hierbas, plantas trepadoras, arbustos y árboles.
En general, las leguminosas enriquecen los suelos en nitrógeno debido a que poseen la propiedad de asociarse con microorganismos que habitan en sus raíces, los cuales son capaces de asimilar el nitrógeno de la atmósfera y suministrárselo después a la planta de la forma más adecuada.
Gracias a estos microorganismos, cuando la planta muere sus raíces constituyen una fuente de nitrógeno para el suelo, tan eficaz como un abono mineral nitrogenado.
Dentro de la familia de las leguminosas existen tanto plantas de hoja caduca como de hoja perenne. La hoja de la mayoría de las especies suele ser compuesta, y la flor de corola papilionácea, que sus pétalos se asemejan a las alas de una mariposa.
Las leguminosas presentan un fruto seco muy característico, alargado y dehiscente (es decir, que al llegar su madurez se abre para liberar su contenido), denominado «legumbre«.
Entre los géneros más importantes de leguminosas puede citarse la Acacia, que incluye más de 400 especies de árboles y arbustos distribuidos por el norte de África, sur de Asia, Australia y América. Las especies tropicales de leguminosas ,como la Acacia Australiana o Acacia Dealbata, son muy estimadas por su madera, mientras que otras se plantan únicamente con fines ornamentales.
Muchas otras especies comunes de árboles o arbustos pertenecen a esta familia, como el algarrobo, robinia, retama, piornos, etc. Por otra parte, muchas especies sometidas a cultivo agrícola son también leguminosas: se trata de plantas ricas en proteínas como alubias, guisantes, habas, garbanzos, y otras como la alfalfa, esparceta, tréboles, etc.
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