Locke. El empirismo: conocimiento y ética (I)

Las ideas

El cartesianismo había dado por supuesta la existencia de ideas innatas (claras y distintas) presentes en nosotros desde nuestro nacimiento. Locke, igual que los empiristas que lo seguirían, rechaza de plano esta afirmación.

La mente, dice Locke, es como una hoja en blanco en la que lo único que se escribe son los datos aportados por la experiencia. Si esas ideas ya se dieran en nuestra mente en el momento de nacer, aunque sólo fuera en potencia, las encontraríamos en todos los hombres y en todos los pueblos; pero es bien sabido que hay pueblos primitivos que no reconocen a Dios, y que ni el niño ni el adulto disminuido portan tales nociones generales.

Lo que ocurre es que los hombres consideran innatas o naturales aquellas creencias que han recibido desde su primera educación, habiéndolas asimilado sin conciencia alguna. De esta ilusión espontánea deriva la convicción dogmática de que son creencias que se garantizan por sí mismas, sin necesidad de un examen racional, y esta es también la raíz de todo fanatismo e intolerancia.

Locke recoge la noción de idea difundida por los racionalistas: "idea es todo aquello que emplea la mente para pensar". Esas ideas llegan a la mente por dos fuentes: la sensación y la reflexión. Los sentidos nos proporcionan las impresiones de los objetos materiales (color, sabor, aspereza, etc.); la mente, ante estas ideas, se muestra simplemente receptora. Por la reflexión elaboramos otras ideas (razonamientos, creencias, dudas, etc.).

Locke denomina a las ideas provenientes de la sensación ideas simples, "átomos" del conocimiento. Por medio de la combinación de las ideas simples, ejercitando la mente, se forman las ideas compuestas. Aquí la mente juega ya un papel activo. Una ulterior pregunta es: ¿cómo se da la transformación de los datos suministrados por los sentidos en ideas? Locke responde que esto se da por medio de las cualidades.

Hay cualidades primarias (aquellas que son inseparables a los objetos y sin las cuales no serían tales: extensión, solidez, figura, etc.). Ellas forman la realidad objetiva. Existen otras denominadas cualidades secundarias (color, forma, sabor, etc.) que son subjetivas, porque varían según la apreciación de cada mente receptora.

De entre las ideas compuestas, merecen atención especial las ideas de: modo, sustancia  y relación. Las primeras dos son ideas no subsistentes en sí mismas, sino que descansan en el soporte de las sustancias; en lenguaje aristotélico las llamaríamos accidentes. Los modos se distinguen en simples y mixtos. Los primeros resultan de la repetición de una sóla idea simple (por ejemplo la idea de aritmética como repetición de la idea de la unidad hasta el infinito). Los segundos derivan, en cambio, de la combinación de varias ideas simples de especie distinta, combinación forjada por la mente sin que nada le corresponda en la naturaleza. Las ideas de relación indican relaciones entre dos o más cosas (por ejemplo: "padre", "mayor", etc., y sus recíprocas: "hijo", "menor", etc.).

Entre estas parejas de ideas, Locke examina particularmente las de causa y efecto, y las de identidad y diferencia. Se detiene de modo especial en la cuestión de identidad personal en el hombre, que él funda sobre la continuidad de la conciencia, o yo, testimoniada por la memoria. Las ideas de conformidad o diferencia entre una acción y una norma dan lugar a las ideas del bien y del mal en sentido moral y jurídico.

No hay que esperar mucho de Locke en lo que se refiere a las sustancias, dado que las reduce a ser soporte de las cualidades. Nos resultan absolutamente impenetrables porque vienen a ser una suma de ideas simples. Por lo tanto, conocemos las ideas de que se compone el objeto, pero no el sustrato, el objeto en sí.

Nuestra puntuación
Twittear
Compartir
Compartir
Pin